viernes, 8 de agosto de 2008

Vacaciones

Hago mi equipaje en vacaciones a una velocidad de vértigo. En pocos minutos he metido todo lo que necesitaré durante un par de semanas. Hasta que le llega el turno a los libros. Entonces el proceso se detiene en seco como cualquier máquina ante un apagón y comienza otro más lento y complejo: el de la deliberación íntima sobre cuáles llevar.

La primera disyuntiva suele ser el género. El ensayo o la historia cuentan con un argumento casi imbatible: durante el resto del año no se les puede dedicar el tiempo que requieren. Siguiendo esta línea he llegado a meter en la maleta algunos tomos de El capital que, obviamente, no me leí completos en la playa. En cambio, sí me introduje en la historia de la España visigoda cierto verano con una energía que tuvo su prórroga durante unos cuantos meses. Russell, Wittgenstain, Benjamin, Habermas y algún otro deben también al estío su lectura. Puente Ojea me ocupó casi un mes hace varios años, probablemente en un arranque de ateísmo provocado por quién sabe qué excesos episcopales.

Sin embargo, la poesía o la novela parecen casar mejor con la ligereza y placidez del solaz veraniego. En el caso de la narrativa, aparecen varias alternativas: ¿novelones de mil páginas u obras más manejables y de más corta lectura? ¿En español o en otro idioma (inglés, portugués, gallego,…)? ¿Clásica o moderna? Si la opción es la poesía, ¿hay que experimentar aun a riesgo de perder un tiempo que es escaso en una lectura prescindible, o se deben fortalecer los fundamentos con un sano regreso a los dioses del parnaso, a los consagrados? ¿Lo último de un joven desconocido recientemente premiado o un siempre seguro repaso de Quevedo, San Juan, Garcilaso, Cernuda, Salinas, Valente…? ¿Quizás las mil mejores poesías recopiladas por alguien?

Y, en general: ¿hay que aprovechar para leer esa obra que tenemos pendiente desde hace tantos años (¡Ay, Ulises! ¿Cuándo caerás?) o, por el contrario, despachar cuanto antes las novedades para que no acaben cayendo en la categoría anterior? ¿Y qué tal ordenar por fecha de compra y escoger los cinco u ocho más antiguos? ¿Y una selección temática: guerra civil, novela negra, generación del 50,…?

Todavía no he terminado de hacer el equipaje y ya estoy agotado, abrumado por la enormidad del trabajo que se necesita para tomar una decisión.

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