viernes, 18 de abril de 2008

Fechas paralelas



Entre el 5 y el 6 de abril de 1994 murió Kurt Cobain, cantante de Nirvana, en su casa de Seattle. Me gusta pensar que fue el 6 porque el mismo día, a varios miles de kilómetros y unas cuantas zonas horarias de distancia, moría en Essex Lee Brilleaux, cantante de Dr. Feelgood.

El enorme eco que tuvo el suicidio de Cobain estaba alimentado por la leyenda que había construido a su alrededor en sólo veintisiete años: era uno de los elegidos para el ejército de los malditos, con Hendrix, Joplin, Jones y Morrison, compañía en la que no parecía encontrarse a disgusto. Su grupo consiguió conectar con la necesidad de cambio de una generación, algo poco frecuente. Nirvana fue el ariete del asalto a los estilos decadentes de los ochenta y su cantante, el profeta.

Lee Brilleaux, sin embargo, era un tipo corriente. Apostaba en garitos de mala muerte, fatigaba las tascas de los barrios obreros donde bebía sin tasa y exprimía la vida. Vi a Brilleaux varias veces. Podría llenar folios hablando de sus conciertos, pero sólo me detendré en un detalle que me llamó la atención: las tres veces que lo vi vestía smoking, lo que siempre me pareció un gesto de complicidad con el público al que parecía querer decir: hacemos rythm and blues, bebemos y fumamos, pero sabemos lo que es el respeto.

Años más tarde, el 11 de septiembre de 2001 un conjunto de ataques coordinados golpeaba a los Estados Unidos. Aviones comerciales tripulados por terroristas se estrellaban contra las torres gemelas y el Pentágono. La Casa Blanca se libró por los pelos. Se ha escrito tanto sobre el tema que no añadiré nada. Sólo recordaré que el mismo día de 1973, la esperanza moría en Chile con el golpe de Pinochet que acababa con la vida de Allende.

Cuando pasados los años leemos las efemérides del 6 de abril, encontramos la debida referencia al aniversario de la muerte de Cobain. Cualquier 11 de septiembre se nos recordará los atentados de Nueva York y Washington. Pero nada leeremos sobre dos hombres buenos, tímidos y sencillos que sin embargo nunca desaparecerán para algunos de nosotros.

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