jueves, 25 de septiembre de 2008

Para J.

Si pudiéramos establecer un rango de estados negativos del ánimo, diríase que hay algo placentero en un tramo que va de la melancolía al sufrimiento inmediatamente anterior a la depresión. La compasión de nuestro propio dolor parece venir a retribuir el mal sufrido según una extraña justicia. En ese punto estamos fatal, sí, pero queremos seguir estándolo y todo intento de ayuda para superar el trance es íntimamente mal recibido. Basta el lamento.

¡quién pudiese hartarse
de no esperar remedio y de quejarse!



1 comentario:

Anónimo dijo...

(...) Es preciso que el corazón esté en paz y que ninguna pasión venga a turbar la calma. Se necesitan disposiciones de parte de quien las experimenta, se necesita el concurso de los objetos que lo rodean. No es preciso ni un reposo absoluto ni demasiada agitación, sino un movimiento uniforme y continuo que no tenga sacudidas ni "intervalos".
J.J. Rousseau, "Ensoñaciones de un paseante solitario"